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ISSN 2753-4812
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La meditación que auto-libera

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La meditación que auto-libera

Un método profundo para lograr la Iluminación de acuerdo con la Gran Perfección Absoluta

de Patrul Rimpoché

¿Habéis escuchado, habéis escuchado este consejo de corazón del Harapiento Abu, escrito en verso?
¡Emaho!
Sin alejarte del estado completamente puro del Dhamakaya,
cortas el engaño de raíz y logras el despertar primordial:

Samantabhadra, que yo pueda rápidamente alcanzar tu realización,
exactamente de la misma forma, sin error.
Hijos afortunados, si buscáis lograr la Iluminación,
entonces yo, el vagabundo errante, el viejo perro Patrul,
explicaré mi consejo de corazón inequívoco en unas pocas palabras:
poned esto en práctica, mis hijos decididos, os lo ruego.

Lo que llamamos “vacuidad Dharmakaya” es la práctica de corazón de todos los gurus y siddhas realizados. Es la mente de sabiduría de todos los budas del pasado, presente y futuro; la arteria vital de todas las deidades yidam, la sangre de corazón de todas las dakinis, la morada acogedora de todos los protectores del Dharma, la esencia de todos los sutras y tantras, y la quintaesencia destilada de todos los mantras secretos y los mantras vidya. Es el Mahamudra, Madhyamaka y el Dzogchen combinados en una sola enseñanza: la introducción a la indivisibilidad del Dharmakaya y nuestra propia mente. Es el conocimiento de aquello que lo libera todo. Es la solución semejante a un rey universal. Es el Gran Sello (Mahamudra) de la realidad. Si es logrado por la mañana, se consuma la Iluminación por la mañana. Si es logrado por la noche, se consuma la Iluminación por la noche.

Estas etiquetas son magníficas, y su significado también es magnífico: permitiendo que tu propia mente, vacía e inalterada, se asiente en aquello que esté surgiendo de forma natural.

Los practicantes, hombres y mujeres, que desean realizar la visión genuina inequívocamente deben dejar que la mente descanse con claridad vívida en un estado mental inalterado y vacío. Cuando la mente está en calma, entonces descansa en esa quietud, sin intentar alterarla en forma alguna. Cuando la mente no está pensando, descansa directamente en ese no pensar, sin intentar alterarlo. En resumen, no alteres la mente, y descansa directamente en aquello que surja.

No intentes ajustar o mejorar o bloquear o cultivar nada. Deja que lo que surja se manifieste y descansa en ello directamente.

No concentres la mente internamente y no busques ningún foco externo de meditación. Simplemente asiéntate, sin alterar, en la mente misma que busca o que piensa.

No concentres la mente internamente y no busques ningún foco externo de meditación. Simplemente asiéntate sin alterar, en la mente misma que medita.

No podrás encontrar la mente intentando buscarla. La mente siempre ha sido vacua. No hay necesidad de buscar. La mente es aquello mismo que está buscando. Simplemente asiéntate sin distracción directamente en el que busca.

“¿Lo he entendido o no?” “¿Hay algo que observar o no?” “¿Es esto o no?” Sin importar lo que suceda en la mente, simplemente asiéntate, sin alterar, en la mente misma que piensa.

Sin importar el tipo de pensamientos que surjan, ya sean buenos o malos, positivos o negativos, felices o tristes, no te entregues a ellos ni los rechaces, sino asiéntate, sin alterar, en la mente misma que piensa.

Sin importar si lo que surge es agradable o desagradable, simplemente asiéntate en lo que surja, sin alterarlo.

En la Trasmisión Oral (Nyengyü) se dice:

La base, inalterada, es Mahamudra, el Gran Sello.
El camino, inalterado, es Madhyamaka, el Gran Camino del Medio.
El fruto, inalterado, es Dzogchen, la Gran Perfección.

Disipando los obstáculos a la naturalidad inalterada

Cuando la mente está agitada, pensando en todo lo que hay bajo el sol, deja que tu cuerpo, habla y mente se asienten en una relajación total. Después, permanece en este estado, vigilando atentamente la mente inquieta y pensante, sin caer en la distracción.

Cuando la mente solo tenga pensamientos sutiles y apenas perceptibles, centra tu conciencia completamente y asiéntate en una claridad vívida. Descansa en esa lucidez vibrante.

Cuando la mente se está hundiendo, o cuando está somnolienta o apagada, sin apegarte a cualquier experiencia de dicha o claridad, asiéntate de forma natural sin intentar corregir o ajustar nada, y simplemente descansa.

Cuando la mente se siente feliz o triste, asiéntate sin distracción en aquel que siente felicidad o tristeza, y descansa.

Cuando te sientes emocionado o dichoso, o cuando eres alabado y respetado, evita caer presa del “demonio de la excitación” volviéndote delirantemente eufórico. Inclina tu cabeza, calma tus sentimientos y descansa tu cuerpo y tu mente con total soltura.

Cuando estés enfermo o sufriendo, o si eres víctima de robo, o si eres insultado, humillado o abusado físicamente, o si experimentas adversidad o hambre, no te sientas abatido o desalentado, con la cara pálida y derramando lágrimas. Permanece alegre, inspirado y con buen ánimo.

Revelando los fallos ocultos de la mente

Algunos “grandes meditadores”, hombres y mujeres, piensan que no pueden reconocer la naturaleza de la mente. Incluso pueden sentirse deprimidos y llorosos. Pero no es necesaria esta tristeza: el reconocimiento no es para nada imposible. Simplemente asiéntate directamente en el que piensa: el que piensa que es imposible reconocer la naturaleza de la mente, ¡y eso es!

Algunos “grandes meditadores” dicen que es difícil morar en la naturaleza de la mente. No es difícil en absoluto. El fallo radica en no saber cómo meditar. No es necesario buscar la meditación. No necesitas comprarla. No necesitas crearla o ir a alguna otra parte o buscarla en algún otro lugar. Tampoco necesitas trabajar para ello. Es suficiente con asentarte en la experiencia de aquello que esté surgiendo o teniendo lugar en tu mente.

Tu mente siempre ha estado contigo desde tiempo inmemorial. No es algo que se pueda perder y después encontrar. No es algo que puedas tener y después dejar de tener. La mente que siempre has tenido es lo que piensa lo que estás pensando, y lo que descansa sin pensamientos cuando no estás pensando. Sin importar lo que la mente pueda estar pensando, basta con simplemente relajarte directamente en aquello que surja, sin intentar alterar o ajustar nada, y sostener esa experiencia sin distraerte.

Esto lo simplifica y facilita todo. El sentir que practicar el Dharma es difícil es indicativo de que has acumulado graves acciones negativas u oscurecimientos.

Algunos “grandes meditadores” no dejan que la mente se asiente en sí misma, tal como debe hacerse. Por el contrario, erróneamente usan la mente para mirar hacia fuera o buscar hacia dentro. Esto es un fallo basado en no entender que mirar hacia fuera o buscar hacia dentro nunca nos llevará a ver o encontrar la mente. No hay necesidad alguna de mirar fuera de ti mismo o de buscar internamente. En vez de eso, asiéntate directamente en la mente que mira hacia fuera o que busca hacia dentro, ¡y eso es!

Algunos “grandes meditadores” no permiten que la mente se asiente en el pensar cuando hay pensamiento, o en la ausencia de pensamiento cuando no se piensa. Ellos consideran que la meditación debe llegar de alguna otra parte y por lo tanto la buscan por aquí y por allá. Esto significa que no reconocen, o que no han realizado, la esencia de la mente. No hay motivo para buscar por aquí y por allá. Simplemente deja que la mente descanse en el pensamiento cuando quiera que hay pensamiento, y en el no-pensamiento cuando quiera que no haya pensamiento, ¡y eso es!

Algunos “grandes meditadores” no confían en que la mente sea vacua. Se preguntan si lo es o no, y permanecen en la duda. Esto es un fallo basado en no entender el verdadero significado. No hay motivo para dudar. La mente siempre a sido vacua, desde el comienzo mismo, así que simplemente asiéntate en su condición vacía, ¡y eso es! Si sientes dudas, entonces asiéntate directamente en la naturaleza de aquel que duda, ¡y eso es!

Algunos “grandes meditadores” no miran dentro de la mente pensante, sino constantemente miran los objetos de sus pensamientos: sus pertenencias, o la tierra y las piedras, etcétera. Esta no es la visión auténtica; es una visión dualista. Tienes que asentarte en aquel que está pensando, y observar.

Algunos “grandes meditadores” no se asientan en la inseparabilidad de las percepciones y la mente, sino buscan y persiguen lo que perciben. Esa no es la visión auténtica; es una visión dualista. No persigas las percepciones externamente y no te concentres internamente. Simplemente asiéntate en la inseparabilidad de las percepciones y la mente.

Algunos “grandes meditadores” no permiten que la mente se asiente de forma natural en su propio lugar, y anticipan cada pensamiento que surge como un gato que espera al acecho de un ratón. Esa no es la visión auténtica; es sólo invitar pensamientos. En vez de esto simplemente asiéntate directamente en los pensamientos cuando surjan, y en el no-surgir cuando no surjan.

Algunos “grandes meditadores” no saben cómo dejar que la mente se asiente en sí misma. Siempre están observando y persiguiendo pensamientos del pasado. Esa no es la visión auténtica; simplemente es perseguir pensamientos. En vez de perseguir pensamientos, asiéntate directamente en aquel que persigue.

Algunos “grandes meditadores” no asientan sus mentes en aquello que surge durante el tiempo que permanezca. Anhelan la “buena” meditación y por lo tanto aprietan y fuerzan sus mentes mientras observan intensamente. Esta no es la visión auténtica; es alterar la mente. Sin alterar o manipular la mente en forma alguna, deja que descanse por sí misma y que se asiente en la experiencia de aquello que surja.

Algunos “grandes meditadores” no permiten que los pensamientos surjan e intentan apartarlos y controlar sus mentes. Esta no es la visión auténtica; es reprimir estados mentales. En vez de esto, permite que la mente se asiente en la quietud cuando esté quieta, y en el movimiento, cuando quiera que se mueva.

Algunos “grandes meditadores” dejan sus mentes en blanco, de forma prácticamente inconsciente. Esta no es la visión auténtica; es evadirse. En vez de esto, asiéntate en una experiencia de vacuidad y claridad vívida. Algunos “grandes meditadores” piensan que la mente es vacua y meditan sobre ello. Esta no es la visión auténtica; es una meditación fabricada acerca de la vacuidad. En vez de esto, asiéntate en aquel que piensa: “¡esto es vacuidad!”

Algunos “grandes meditadores” miran siempre que se sienten cómodos, abiertos o concentrados claramente, pero no miran cuando se sienten agitados, incómodos, ausentes o distraídos. Esta no es la visión auténtica; es aceptar y rechazar. En vez de aceptar o rechazar las cosas, simplemente descansa directamente en aquello que surja.

Algunos “grandes meditadores” miran cada vez que tienen pensamientos positivos, pero no miran cuando tienen pensamientos negativos o impuros. Esta no es la visión auténtica; es favorecer lo bueno y rechazar lo malo. En vez de favorecer lo bueno y rechazar lo malo, descansa sin distracción, directamente en aquello que surja, sea bueno o malo.

Algunos “grandes meditadores” están encantados cuando la mente está en paz, pero se sienten frustrados siempre que surjan pensamientos perturbadores. Esta no es la visión auténtica; el fallo yace en no saber cómo sostener la esencia de aquello que surja. Cuando surjan pensamientos que te perturban asiéntate desde un estado de relajación directamente en aquel que se siente agitado.

Algunos “grandes meditadores” no se despejan, ni se relajan, sin importar si es necesario o no. Esta no es la visión auténtica; es ser demasiado artificial. El fallo yace en no saber cómo mora la mente. Has surgir un estado alerta o de relajación siempre que haya necesidad de ello y no lo hagas cuando no sea necesario. Simplemente descansa con claridad vívida en la naturalidad.

Algunos “grandes meditadores” son incapaces de meditar cuando surgen pensamientos de comida y bebida deliciosas. Se levantan y buscan algo bueno para comer y beber y luego se pasan el tiempo disfrutando de lo que han encontrado. Al seguir haciendo esto nunca llegarán a la meditación excelente que saborea el sustento de la concentración. Un apetito excesivo como este sólo hace que te conviertas en un practicante testarudo, así que no te apegues a la comida y bebida agradables. En vez de esto, aliméntate del sustento de la concentración.

Algunos “grandes meditadores” son incapaces de meditar cuando son agasajados, cuando tienen prosperidad, cuando son poderosos o respetados, porque se vuelven demasiado complacientes o emocionados. Tampoco son capaces de meditar cuando sufren, cuando afrontan dificultades, enfermedades, abusos o desacuerdos. Adoptan una expresión tan triste como una tormenta de nubes, blasfeman e incluso dejan caer una lágrima o dos. Actuando de esta manera no se volverán practicantes excelentes del Dharma con capacidad para reconocer el “un-único-sabor” de la alegría y la tristeza. Permanecerán siendo únicamente individuos ordinarios, testarudos y carentes de Dharma, gobernados por las pasiones y las tristezas, y las ocho preocupaciones mundanas. Por lo tanto, debes reconocer el “un-único-sabor” de la alegría y la tristeza e integrar ambas en el camino.

La vida y la liberación de la mente

¡Emaho!
La mente misma siempre ha carecido de sustancia.
No se la puede ver al mirar, es vacuidad.
No es un vacío, es cognoscitiva y clara.
Esta conciencia y vacuidad inseparables es penetrante como el espacio.
Puedes estabilizarla, pero se mueve sin dirección y sin impedimento.
Puedes ponerla en movimiento, pero regresa a su propio estado natural.
Aunque no tiene brazos ni piernas, se pone a correr por todas partes.
Estando en movimiento, no desaparece sino vuelve a su propio lugar.
Aunque no tiene ojos, lo ve todo.
Pero la experiencia de ver se convierte en vacuidad.
No puedes encontrar de forma concreta ninguna esencia de la mente,
y sin embargo los pensamientos y las impresiones siguen surgiendo.
No es algo existente porque se vuelve vacuidad.
No es no-existente porque piensa, ve y siente.
El brillo de la unión de apariencias y vacuidad resplandece.
El auto-resplandor del dharmakaya, que es vacío pero consciente, es claro.
Repleto de las cinco sabidurías, resplandece plenamente.
El estado natural primordialmente puro está presente espontáneamente.
Los kayas y los reinos puros aparecen sin impedimento,
y las luminosidades madre e hija se unen como una sola.

Este estado natural de la mente, que es así,
¿Lo habéis reconocido, todos vosotros seres realizados?
¿Lo habéis comprendido, todos vosotros grandes meditadores?
¡Poned esto en práctica, todos vosotros yoguis!

Instrucción sobre la autoliberación del engaño, que es como convertir el veneno en medicina

En la vacuidad no hay avaricia.
Es a través del engaño que surge la avaricia.
Sin engaño, mira a aquel que siente avaricia.
Mira y sostenlo sin distracción.
La avaricia se aclara y se convierte en vacuidad.
Descansa sin distracción en esta experiencia de vacuidad.
Esa es la purificación total de la avaricia.
No existe generosidad más elevada que esta:
Para el yogui que lo logra: ¡Emaho, qué increíble!

En la vacuidad no hay apego.
Es a través del engaño que surge el apego.
Sin engaño, mira a aquel que se siente apegado.
Mira y sostenlo sin distracción.
El apego se aclara y se convierte en vacuidad.
Descansa sin distracción en esta experiencia de vacuidad.
Esa es la purificación total del apego.
No existe disciplina más elevada que esta:
Para el yogui que lo logra: ¡Emaho, qué increíble!

En la vacuidad no hay enfado.
Es a través del engaño que surge el enfado.
Sin engaño, mira a aquel que siente enfado.
Mira y sostenlo sin distracción.
El enfado se aclara y se convierte en vacuidad.
Descansa sin distracción en esta experiencia de vacuidad.
Esa es la purificación total del enfado.
No existe paciencia más elevada que esta:
Para el yogui que lo logra: ¡Emaho, qué increíble!

En la vacuidad no existe la pereza.
Es a través del engaño que surge la pereza.
Sin engaño, mira a aquel que siente pereza.
Mira y sostenlo sin distracción.
La pereza se aclara y se convierte en vacuidad.
Descansa sin distracción en esta experiencia de vacuidad.
Esa es la purificación total de la pereza.
No existe diligencia más elevada que esta:
Para el yogui que lo logra: ¡Emaho, qué increíble!

En la vacuidad no existe la distracción.
Es a través del engaño que surge la distracción.
Sin engaño, mira a aquel que se siente distraído.
Mira y sostenlo sin distracción.
La distracción se aclara y se convierte en vacuidad.
Descansa sin distracción en esta experiencia de vacuidad.
Esa es la purificación total de la distracción.
No existe concentración más elevada que esta:
Para el yogui que lo logra: ¡Emaho, qué increíble!

En la vacuidad no existe la confusión.
Es a través del engaño que surge la confusión.
Sin engaño, mira a aquel que se siente confuso.
Mira y sostenlo sin distracción.
La confusión se aclara y se convierte en vacuidad.
Descansa sin distracción en esta experiencia de vacuidad.
Esa es la purificación total de la confusión.
No existe sabiduría más elevada que esta:
Para el yogui que lo logra: ¡Emaho, qué increíble!

En la vacuidad no existe la arrogancia.
Es a través del engaño que surge la arrogancia.
Sin engaño, mira a aquel que se siente arrogante.
Mira y sostenlo sin distracción.
La arrogancia se aclara y se convierte en vacuidad.
Descansa sin distracción en esta experiencia de vacuidad.
Esa es la purificación total de la arrogancia.
No existe contento más elevado que esto:
Para el yogui que lo logra: ¡Emaho, qué increíble!

La instrucción sobre la auto-liberación de las emociones destructivas: transformando las emociones destructivas en sabiduría

En el estado de no-distracción no existe el sufrimiento.
Es a través del poder del engaño que surge el sufrimiento.
Sin distracción, mira en la esencia del sufrimiento.
Mira y sostén eso, sin distracción.
El sufrimiento deja de estar presente: se vuelve vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
Esa es la purificación total del sufrimiento.
Esto se llama el Dharmakaya de la gran dicha.

En el estado de no-distracción no existen las emociones destructivas.
Es a través del poder del engaño que surgen las emociones destructivas.
Sin distracción, mira en la esencia de las emociones destructivas.
Mira y sostén eso, sin distracción.
Las emociones destructivas dejan de estar presentes: se vuelven vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
esa es la purificación total de las emociones destructivas.
Esto se llama el Dharmakaya del no-surgir.

En el estado de no-distracción no existe el enfado.
Es a través del poder del engaño que surge el enfado.
Sin distracción, mira en la esencia del enfado.
Mira y sostén eso, sin distracción.
El enfado deja de estar presente: se vuelve vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
esa es la purificación total del enfado.
Esto se llama la sabiduría semejante a un espejo.

En el estado de no-distracción no existe el orgullo.
Es a través del poder del engaño que surge el orgullo.
Sin distracción, mira en la esencia del orgullo.
Mira y sostén eso, sin distracción.
El orgullo deja de estar presente: se vuelve vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
esa es la purificación total del orgullo.
Esto se llama la sabiduría de la igualdad.

En el estado de no-distracción no existe el apego.
Es a través del poder del engaño que surge el apego.
Sin distracción, mira en la esencia del apego.
Mira y sostén eso, sin distracción.
El apego deja de estar presente: se vuelve vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
esa es la purificación total del apego.
Esto se llama la sabiduría del discernimiento.

En el estado de no-distracción no existe la envidia.
Es a través del poder del engaño que surge la envidia.
Sin distracción, mira en la esencia de la envidia.
Mira y sostén eso, sin distracción.
La envidia deja de estar presente: se vuelve vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
esa es la purificación total de la envidia.
Esto se llama la sabiduría que todo lo logra.

En el estado de no-distracción no existe la confusión.
Es a través del poder del engaño que surge la confusión.
Sin distracción, mira en la esencia de la confusión.
Mira y sostén eso, sin distracción.
La confusión deja de estar presente: se vuelve vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
esa es la purificación total de la confusión.
Esto se llama la sabiduría del dharmadhatu.

En el estado de no-distracción no existe la somnolencia.
Es a través del poder del engaño que surge la somnolencia.
Sin distracción, mira en la esencia de la somnolencia.
Mira y sostén eso, sin distracción.
La somnolencia deja de estar presente: se vuelve vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
esa es la purificación total de la somnolencia.
Esto se llama la sabiduría de la vacuidad y claridad.

En el estado de no-distracción no existe la agitación.
Es a través del poder del engaño que surge la agitación.
Sin distracción, mira en la esencia de la agitación.
Mira y sostén eso, sin distracción.
La agitación deja de estar presente: se vuelve vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
esa es la purificación total de la agitación.
Esto se llama la sabiduría inmutable.

En el estado de no-distracción no existen los tres venenos.
Es a través del poder del engaño que surgen los tres venenos.
Sin distracción, mira en la esencia de los tres venenos.
Mira y sostén eso, sin distracción.
Los tres venenos dejan de estar presentes: se vuelven vacuidad.
Asiéntate en ese estado vacío y claro, sin distracción,
esa es la purificación total de los tres venenos.
Esto se llama la sabiduría de los tres kayas.

Para generar certeza: una explicación de cómo la mente se revela a sí misma

A veces no hay pensamientos en la mente de un gran meditador, solo hay un estado en blanco y ausente. Cuando esto suceda no intentes corregir o ajustar nada; simplemente descansa en ello, directa y vívidamente.

A veces la mente está vívidamente clara y con una soltura dichosa. Cuando esto suceda simplemente descansa la mente en la claridad vívida.

A veces la mente se siente nublada o atontada, incapaz de tener claridad. Cuando esto suceda, haz surgir la cualidad de claridad de tu conciencia, y asiéntate en un estado de alerta desnuda.

A veces la mente está completamente deprimida. Cuando esto suceda descansa en un estado inspirado, alegre y relajado.

A veces la mente puede permanecer en calma durante no más de un momento o dos, a medida que pensamientos subyacentes y sutiles vienen y van. Cuando esto suceda, tensa la mente en la superficie y permite que se relaje desde dentro.

A veces la mente parece que ni está completamente consciente pero tampoco está en la inconsciencia. Cuando esto suceda haz surgir la claridad penetrante de la mente, al igual que se extrae un pelo de una barra de mantequilla, y descansa en un estado alerta sin distracción.

A veces la mente se atarea en pensar en todo lo imaginable, saltando de un pensamiento al siguiente, y es incapaz de permanecer quieta siquiera por un momento. Cuando esto suceda, relaja tanto el cuerpo como la mente, y sin dejarte distraer, deja que la mente se mantenga vigilante en todas las áreas y direcciones.

A veces no tienes ningunas ganas de meditar. Te sientes desalentado y no puedes continuar. Cuando esto suceda, reza con sinceridad al lama y descansa en sensaciones claras y vívidas de felicidad y bienestar.

A veces la mente está tan dichosa y clara que te dan ganas de saltar y bailar de alegría. Cuando esto suceda no dejes que el aferramiento entre en tu mente y permanece completamente relajado.

Estas formas en las que la mente se revela a sí misma suceden para principiantes que aún no han reconocido el estado natural de la mente. No surgen para aquellos que ya lo han reconocido, así que ahora explicaré brevemente cómo es para ellos.

Cuando el estado natural de la mente es reconocido claramente,
No hay necesidad de mirar, porque la luz clara emerge de forma natural.
No hay necesidad de meditar porque la naturaleza de la mente se sostiene de forma natural.
Incluso en la distracción, no hay distracción, porque la naturaleza de la mente es suficientemente fuerte. Incluso en el cambio no hay cambio, porque la consciencia es tan penetrante como el espacio.
No hay necesidad de corregir o alterar nada porque permaneces en el estado de luz clara.

El dharmakaya de tu propia mente no-distraída
y el dharmakaya de la mente de sabiduría de los budas
están unidos inseparablemente en la experiencia de luz clara. E incluso al sostener ese estado sin distracción,
desde la experiencia de la vacuiadad-dharmakaya
emerge la luz clara de la presencia espontánea.
Ahí tu propia mente es inseparable del Buda,
los kayas y los reinos puros se manifiestan inseparablemente.
No hay ni esperanza ni miedo, no hay ni aferramiento a uno mismo, ni alegría ni pena.
No hay aceptación ni rechazo, y no hay duda alguna.
Así es cuando la naturaleza de la mente ha sido reconocida.  

Cómo poner en práctica los cuatro tipos de acción

Un gran meditador, cuando camina,
no corre ni salta como un necio,
sino se mueve con el cuerpo y la mente en calma,
mientras vigila que la mente no divague.

Un gran meditador, cuando se sienta,
no pone en marcha toda una cadena de pensamientos,
sino se sienta erguido, aplicando los puntos calves de la postura,
y descansa con la mente al descubierto.

Un gran meditador, al caer dormido,
no se queda en un estado ausente como un cadáver,
sino adopta la postura del león durmiente,
y sin distracción, se une con la luminosidad.

Un gran meditador, cuando come o bebe,
bendice las sustancias, transformándolas en néctar,
y visualiza el cuerpo como una multitud de deidades,
y luego festeja alimentándose de la naturaleza no distraída de la mente.

Cuando caminas, estás sentado, duermes o haces cualquier otra cosa, asegúrate de hacerlo en un estado inseparable de la vacuidad, y tu propia mente será inseparable del Buda.

Si deseas no tener ningún arrepentimiento en el momento de la muerte, así es como has de practicar.

Has de saber cómo seguir a un maestro cualificado.
Has de ser un renunciante, libre de actividad mundana.
Has de tener la fortaleza para permanecer solo en retiro aislado.
Has de tener la auto-disciplina para eliminar el apego a la comida y a la vestimenta.
Has de tener la diligencia de evitar incluso un solo momento de distracción.
Has de tener la visión que está libre del más mínimo rastro de percepción dualista.
Has de tener una meditación que es luz clara continua e ininterrumpida.
Has de tener un tipo de acción que es sin esfuerzo, sin aceptación y sin rechazo.
Has de tener el fruto de la inseparabilidad de tu propia mente y el Buda.
Has de sostener el compromiso samaya que es libre del apego y la hipocresía.
Y has de estar libre de anhelos vanidosos acerca de cualquier cosa.
¡Practicad estas, las necesidades más importantes, todos vosotros afortunados practicantes del Dharma!

Si desearas una armadura excelente para ayudarte en tu meditación, practica lo siguiente:
Evita actuar como un señor con muchos asistentes y un gran círculo de seguidores.
Evita acumular vastas riquezas y propiedad.
Evita mantener muchos caballos y ganados.
Evita ser la cabeza de una familia grande.
Evita ser hostil hacia los enemigos y tener apego a los amigos.
Evita el trabajo arduo, la agricultura y la artesanía.
Evita buscar placeres sin sentido, las ganancias o la fama.
Evita todos los planes para lograr la grandeza o aumentar tu reputación.
Si no evitas estas cosas, tu mente se verá arrastrada por las distracciones.
Pero si logras evitarlas, asegurarás la fortaleza de la naturaleza de la mente,
y al asegurar eso te volverás un verdadero buda.
Hoy en día, en este periodo de la historia,
existen muchos maestros con habilidad para enseñar y estudiantes adeptos a la meditación,
y hay muchos que han reconocido la naturaleza de la mente,
muchos que han realizado el verdadero significado.
La naturaleza de la mente, vacía y clara en su esencia,
puede surgir en todos los seres al igual que puede surgir en una sola persona.
Pregúntale a alguien que sabe y se volverá claro.
Consúltale a los sabios y la comprensión llegará.
Libérate de cualquier duda y practica.
Existe otro punto crucial, otro consejo adicional para los grandes meditadores, que impartiré ahora:
Hoy en día, en este periodo de la historia,
existen algunos maestros y estudiantes:
maestros que enseñan incorrectamente y estudiantes que erran en la meditación.
Hay muchos que meditan durante setenta u ochenta años,
sin llegar a lograr experiencias o realización.
Hay muchos que no han realizado el significado genuino,
muchos para quienes lo que no es real aparece como real,
muchos que carecen de comprensión y practican la meditación de los necios,
muchos que diligentemente persiguen lo que es inútil.
Maestros hábiles en la enseñanza, estudiantes adeptos a la meditación:
no seáis orgullosos: buscad el consejo de los sabios.
No improviséis: alcanzad la certeza de la mente en sí.
No os engañéis: eliminad vuestras dudas.
Ahora esto queda completo.
Una vez más, también se dice:

¡Aho!
Desde el estado natural de la base de tu propia mente (la visión),
los mandalas de las deidades surgen como la energía compasiva incesante (meditación),
transformándose en el juego de la danza de los airados, masculinos y femeninos (acción):
¡Que esto permita surgir la gloria de guiar a todos los seres que abarcan todo el espacio!

| Traducido al español por Miguel Oramas, Fernanda Bolívar y Javier Torales, en agosto de 2018.

| Traducido de la traducción al inglés hecha por Adam Pearcey, en el 2018. Adam Pearcey consultó versiones previas en inglés de Erik Pema Kunsang, James Low y Khandro Rimpoché, pero se basó en una edición ligeramente diferente del texto en tibetano.

Patrul Rimpoché

Dza Patrul Rinpoche

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