La casa de las traducciones del budismo tibetano
ISSN 2753-4812
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Comentario sobre la alabanza a Tārā

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Rayos de luz brillantes

Un comentario sobre la alabanza a Tārā

por Jetsün Drakpa Gyaltsen

¡Homenaje a la noble dama Tārā!

Homenaje a Tārā, la liberadora del sufrimiento del saṃsāra. Rápida en intervenir y valiente en el alivio de las aflicciones. Su mirada resplandece con la intensidad de los relámpagos, una metáfora de su luminosidad. Nacida en el corazón de una flor de loto o utpala que brotó de las lágrimas del Señor de los Tres Mundos, Avalokiteśvara. (1)

Homenaje a ella, cuyo rostro es comparable a cientos de lunas llenas otoñales, cada una tan radiantemente blanca como en el decimoquinto día del mes lunar, simbolizando la magnitud de su luminosidad. También se transmite con su sonrisa resplandeciente, que ilumina como un cúmulo de estrellas relucientes. (2)

Homenaje, dama de color azul dorado, cuyo resplendor es como la luz que se refleja en el oro más puro. Sostiene en su mano izquierda un loto nacido del agua el cual es un complemento simbólico.[1] Alcanzó la forma de Tārā a través de la práctica de las seis pāramitās: generosidad, diligencia, tenacidad, serenidad o pacificación de las aflicciones, paciencia y meditación; y de personificar la pāramitā de la sabiduría. Esta divina transformación es simbolizada por su emblema, la flor de utpala. (3)

Homenaje a ella, cuyas completas victorias sobre demonios, enemigos y fuerzas adversas son ilimitadas. La joya que adorna la coronilla de los grandes Tathāgatas, venerada, honrada y alabada por todos los bodhisattvas, herederos de los Victoriosos, aquellos que han logrado las perfecciones, las diez pāramitās, que son la esencia de los diez bhūmis. (4)

Homenaje a ella, que con el poder y la luz de las sílabas del mantra tuttāre[2] y hūṃ, llena todos los reinos, del deseo, de la forma y sin forma, hasta los confines del espacio. Somete los siete mundos, los cinco reinos del deseo para los cinco tipos de seres, y los reinos de la forma y sin forma; ejerce su voluntad sobre todos los seres, como los reyes, y cumple todos sus deseos. (5)

Homenaje a ella, alabada y venerada por Indra, el rey de los dioses, por Agni, Brahmā, Maruts, y su señor, el grande y poderoso Śiva. Las ocho clases de dioses y demonios; los bhūtas, como Gaṇapati; los vetālas, como Maheśvara; los gandharvas, como Pañcaśikha; y los yakṣas, como Vaiśravaṇa, le rinden homenaje. (6)

Homenaje a ella, que con las fieras traḍ y phaṭ hace polvo los yantras de los adversarios[3] y todos sus malignos brebajes, desviando sus planes. Con la pierna derecha doblada y la izquierda extendida, brilla, pisa o pisotea, cuyo significado se explica más arriba, en medio de llamas voraces, símbolo de su majestuosa postura. (7)

Homenaje a ella, que con el sonido de ture[4] aplaca a los demonios más peligrosos[5]. Dama temible, pues infunde terror en los demonios. Destructora de los demonios de las aflicciones más poderosos. Habiéndolos vencido, derrota a los otros tres demonios en cuanto surgen[6]. El rostro de Tārā, como un loto en flor, es asombrosamente bello como el de una heroína, mientras que su ceño profundamente fruncido revela su ira. Destructora de todos los enemigos, como las fuerzas opuestas de las aflicciones. (8)

Homenaje a ella, cuyo dedos índice y pulgar izquierdos sostienen delicadamente un loto junto a su corazón; simbolizando el mudrā de las Tres Joyas con sus otros tres dedos extendidos. Su mano derecha está extendida en el mudrā de la generosidad suprema y la palma está adornada por una rueda que irradia luz hacia todas las direcciones[7], iluminando todo con su deslumbrante resplandor que sobrecoge a todos. (9)

Homenaje a ella, que cumple los deseos de todos los seres con suprema alegría, adornada por una guirnalda de joyas radiantes que corona su cabeza con un esplendor que eclipsa a todos los demás. Su risa y júbilo, con el sonido del mantra tuttāre, pone a los demonios y al mundo bajo control. (10)

Homenaje a ella, capaz de convocar a las huestes de protectores terrenales de las diez direcciones; quienes bajo sus órdenes actúan como sus emisarios[8]. Su ceño se estremece, pues ella es la dama airada, cuyo centro del corazón está marcado por la sílaba hūṃ. Ella nos libra del sufrimiento de toda desgracia, el tormento de las malas circunstancias y la ausencia de buenas circunstancias, y nos establece en la dicha. (11)

Homenaje a ella, que luce una corona que resplandece como la luna nueva. Entre sus mechones reside Amitābha, Buda de la Luz Ilimitada, que la adorna como otro ornamento de la corona. Sus rayos resplandecientes fluyen sin cesar, bañando a todos los seres en el resplandor de su luz ilimitada. (12)

Homenaje a ella, sentada en un halo resplandeciente de llamas apocalípticas, como las de los siete soles que queman la tierra, las piedras y las montañas al final del eón. Su postura, con la pierna derecha estirada y la izquierda doblada, es la opuesta a la de antes. Inmersa en la alegría, aplasta todas las fuerzas contrarias, las legiones de enemigos. (13)

Homenaje a ella, cuya mano izquierda golpea la faz de la tierra, realizando el amenazador mudrā y la pisotea. Con su ceño fruncido, la sílaba hūṃ irradia, y luz brota del vajra en su mano derecha, iluminando los siete reinos inferiores y purificando todos sus obstáculos[9]. (14)

Homenaje a ella, dama dichosa, encarnación de la dicha pura y amable, porque está libre de lo que hay que abandonar, las aflicciones[10]. Desde el reino de la paz del nirvāṇa, la pacificación del sufrimiento, que es el agotamiento total de todos los pensamientos, y con oṃ y svāhā en perfecta unión, erradica todo mal, las aflicciones. (15)

Homenaje a ella, que, en éxtasis divino, destroza los cuerpos de sus adversarios. Se manifiesta de la esencia de la sílaba de sabiduría hūṃ, su mantra airado: oṃ namas tāre namo hare hūṃ hare svāhā. Del mismo modo, muestra cada una de las diez sílabas de su mantra pacífico: oṃ tāre tuttāre ture svāhā. (16)

Homenaje a Ture, cuyo despliegue airado entra en danza. Con pisadas decididas, pacifica obstáculos donde los haya. Su cuerpo airado nace o se forma de la semilla de la sílaba hūṃ. La montaña suprema del sistema de los tres mil mundos, llamada Mandara, es atravesada por la luz que irradia la sílaba hūṃ[11]. Sacude los tres mundos, los reinos del deseo, de la forma y sin forma. (17)

Homenaje a ella, que sostiene en su mano un disco lunar, que se asemeja a un lago divino. Es señal de que ha limpiado el veneno de las aflicciones. Marcado por el ciervo se refiere aquí a la luna[12]. Con tāra dos veces seguida por phaṭ, y con el mantra tāre, purifica los venenos del mundo y sus habitantes. (18)

Homenaje a ella, venerada por los regentes celestiales, y líderes de dioses y de los kiṃnaras, como el rey Druma. Revestida o se manifiesta con la forma y el mantra de una deidad, que le sirve de armadura de júbilo puro, disipando las pesadillas y calmando los conflictos que desafían al Dharma. (19)

Homenaje a ella, cuyos ojos se convierten en faros resplandecientes. Ambos brillan resplandecientes con su ojo derecho, representado por el sol, y su ojo izquierdo, representado por la luna. Con hara, un mantra que es a la vez pacífico y airado, y tuttāre, pronunciados dos veces, ella pacifica incluso las enfermedades más intratables. (20)

Homenaje a ella, que nos libera de todas las aflicciones. Expone las verdades del cuerpo, el habla y la mente iluminados como un conjunto de tres, con las sílabas oṃ, āḥ y hūṃ. Ture Suprema, mediante el poder del mantra de diez sílabas, pacifica y aniquila las legiones de grahas, vetālas y yakṣas que crean obstáculos. (21)

Esta alabanza con veintiuna estrofas de homenaje Es en esencia el mantra raíz de todas las Tārās pacíficas y airadas.

Los sabios que recitan estas palabras en serio[13], con cuerpo, habla y mente llenos de devoción por esta diosa, (22)

y recuerden su forma airada al anochecer, y al alba en su forma pacífica. Con el mero recuerdo de su forma divina, se les concederá valentía; y del mismo modo, con sólo recordarla, eliminarán por completo todas las faltas, y superarán los destinos adversos, sus resultados. (23)

Setenta millones de budas victoriosos les darán iniciaciones inmediatamente, y alcanzarán el resultado común de la grandeza en este mundo, y no sólo eso, sino que también alcanzarán el estado definitivo de la budeidad. (24)

Incluso los venenos más letales y tóxicos, como los utilizados por ladrones peligrosos, derivados tanto de plantas como de seres vivos, como los de serpientes peligrosas[14], ya sean ingeridos o bebidos, serán purgados por completo al recordar esta alabanza, este mantra y a la deidad misma. (25)

Recitar esto dos, tres o siete veces, tanto como puedas, mientras visualizas a la diosa ante ti, erradica la raíz y los efectos del sufrimiento provocado por los espíritus, la peste y los venenos. Esta práctica no solo beneficia al practicante, sino que extiende su protección a otros seres. (26)

Aquellos que desean descendencia la tendrán; aquellos que desean riquezas las adquirirán; todos los deseos, todos los logros supremos o mundanos, se cumplirán, y los obstáculos serán superados, pues todo lo que tenía que ser abandonado ha sido superado por su antídoto apropiado. Así, no quedarán más obstáculos que estorben a quien recite esta alabanza. (27)

Con esto concluye la Alabanza a Bhagavatī Tārā pronunciada por el Buda completamente perfecto, el gran Vairocana.

Esta Alabanza fue transmitida por Nāgārjuna[15] a Nyen Lotsawa Darma Drak[16] quien la tradujo al tibetano. Más tarde, el gran Jetsün Drakpa Gyaltsen revisó la traducción. Así se completa el comentario de la Alabanza a Tārā con Veintiuna Estrofas de Homenaje, titulado Rayos de Luz Brillantes.


| Samye Translations, 2020 (trad. de Stefan Mang y Peter Woods). Traducido al español por Sara Rojo, con el generoso apoyo de la Fundación Tertön Sogyal de España, 2024.


Bibliografía

Edición tibetana

grags pa rgyal mtshan. 2007. "bstod pa'i rnam bshad gsal ba'i 'od zer". En gsung 'bum grags pa rgyal mtshan/ pod gsum pa/, 638-646. Pe cin: krung go'i bod rig pa dpe skrun khang.

Fuentes secundarias

Samye Translations (trans.) La Alabanza a Tārā con Veintiuna Estrofas de Homenaje y sus Excelentes Beneficios. Lotsawa House.

Mabbett, Ian. “The Problem of the Historical Nāgārjuna Revisited.” Journal of the American Oriental Society 118, no. 3, 1998: pp. 332–346.

Obermiller, Eugéne (ed.). History of Buddhism (chos ’byung) by Bu-ston, vol 1 & 2. Heidelberg: In Kommission bei O. Harrassowitz, 1931 & 1932.

Roerich, George N. (ed.). The Blue Annals. Calcutta: Royal Asiatic Society of Bengal, 1949.

Willson, Martin. In Praise of Tara: Songs to the Saviouress. London: Wisdom Publications, 1986.


Versión 1.1-20240710


  1. Drakpa Gyaltsen asocia aquí el azul con el oro, el color de Tārā. Otros comentarios explican que el azul describe el color de la flor de loto en la mano de Tārā.  ↩

  2. El comentario de Drakpa Gyaltsen dice tuttāre en lugar de tuttāra.  ↩

  3. La palabra yantra ('khrul 'khor) significa un instrumento u otro tipo de dispositivo mecánico (esp. uno utilizado en la guerra) o un diagrama mágico.  ↩

  4. Drakpa Gyaltsen dice ture como una sílaba mantra pronunciado por Tārā. Otros comentarios dicen ture como un epíteto de Tārā.  ↩

  5. Demonios peligrosos aquí podrían entenderse como una referencia a los ocho grandes peligros ('jigs pa chen po brgyad).  ↩

  6. Drakpa Gyaltsen describe a Tārā como victoriosa sobre los cuatro māras o demonios. Estos son los demonios de 1) los agregados, 2) las aflicciones, 3) el Señor de la Muerte y 4) los hijos de los dioses.  ↩

  7. Tārā no se describe aquí como sosteniendo una rueda real; más bien, esta frase implica que sus manos y pies están marcados por ruedas, como en la primera de las treinta y dos marcas mayores.  ↩

  8. Estas son: 1) Indra en el este; 2) Yama en el sur; 3) Varuṇa en el oeste; 4) Kubera en el norte; 5) Agni en el sureste; 6) Nairṛta en el suroeste; 7) Vāyu en el noroeste; 8) Īśāna en el noreste; 9) Brahmā en el cenit (arriba); y 10) Viṣṇu en el nadir (abajo).  ↩

  9. En el comentario de Drakpa Gyaltsen dice "llenar" ('gengs), a diferencia de la mayoría de las versiones de la Alabanza que dicen "aplastar" ('gems).  ↩

  10. Drakpa Gyaltsen no comenta aquí la palabra tranquilo (zhi ma).  ↩

  11. Drakpa Gyaltsen dice aquí 'bigs byed como el verbo atravesar. Según esto, es la luz que irradia de la sílaba semilla hūṃ de Tārā la que atraviesa la montaña suprema Mandara. Las versiones sánscritas de la Alabanza, así como otros comentaristas tibetanos (véase, por ejemplo, Willson 1996: 153) sugieren que la línea de la Alabanza en cuestión (ri rab mandara dang 'bigs byed) proporciona una lista de tres montañas, en concreto, Meru (ri rab, literalmente "montaña suprema"), Mandara (mandara) y Vindya ('bigs byed). Tanto la versión sánscrita como otros comentaristas tibetanos dicen ri rab como el nombre propio de Meru, en lugar de un epíteto de Mandara como en este comentario; dice 'bigs byed como el nombre propio de la montaña Vindya, en lugar de un verbo como se describe.  ↩

  12. En la India se cree que cuando se mira a la luna por la noche se ve en ella la forma de un ciervo. De ahí que en la literatura india se haga referencia a la luna como "marcada por el ciervo" (hariṇāṅka, ri dwags rtags can).  ↩

  13. Drakpa Gyaltsen dice "con fe completa" (rab dad brjod) en lugar de "en serio" (rab dang brjod).  ↩

  14. Los ladrones y las serpientes forman parte de los ocho grandes peligros. Drakpa Gyaltsen parece interpretar aquí venenos refiriéndose tanto a venenos reales como a aflicciones mentales.  ↩

  15. El Nāgārjuna, autor de la literatura relacionada con Tārā, parece utilizar esto como un seudónimo; su identidad precisa sigue siendo poco clara. Presumiblemente, el autor de esta tradición práctica de Tārā vivió en el siglo IX o más tarde. Para una discusión de la autoría problemática de Nāgārjuna, véase: Mabbett 1998: 332-346.  ↩

  16. Se dice que el traductor de Nyen, Darma Drak (gnyan lo tsā ba dar ma grags, finales del siglo XI), participó en el concilio de 1076. Acompañó a Ra Lotsawa (rwa lo tsā ba, ¿1016-1128?) a la India, donde permaneció doce años. A Darma Drak se le atribuye el comentario de Prajñākaramati sobre el Bodhicaryāvatāra, textos sobre Kālacakra y Tārā, y otras obras (Roerich 1949: 71 y 293; Obermiller 1931: 219).  ↩

Jetsün Drakpa Gyaltsen

Tārā Verde

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