Epítome de lo Profundo
El Epítome de lo Profundo
por Longchen Rabjam
¡Homenaje al glorioso Samantabhadra!
Surgida naturalmente desde el principio, sin ser creada por nadie,
la mente bodhi, conciencia primordial, fuente del saṃsāra y del nirvāṇa,
Me postro ante esta conciencia prístina surgida naturalmente, la Gran Perfección,
más allá de encuentros y despedidas a lo largo de los tres tiempos.
La enseñanza definitiva del vehículo supremo, la tradición de la Esencia del Vajra,
con un significado que trasciende todo sin rechazar nada,
posee un mensaje profundo, vasto y maravilloso.
Escucha mientras lo explico según mi entendimiento.
El estado primordial desafía las palabras y carece de base u origen.
Está más allá del rechazo y la aceptación, del esfuerzo y el logro, de la esperanza y el miedo, o de la parcialidad.
El espacio del despertar, el dharmakāya inmutable y espontáneo,
es la naturaleza del gran Samantabhadra, el “plenamente excelso”, vasto y expansivo.
Si permaneces en ese estado, todo es dharmakāya,
presente de manera espontánea y morando naturalmente en la gran dicha.
Déjalo tal cual, en su simplicidad, sin alterarlo.
Este es el espacio básico primordial, libre de esperanza y miedo.
No hay nada en lo que meditar, solo formas vacías de aspecto supremo.
Todo lo que surge se manifiesta como perfección soberana y espontánea.
Los objetos se liberan sin esfuerzo; simplemente se dejan tal como son.
Todo se despliega como dharmakāya, apareciendo y liberándose al surgir, sin distinción.
En la conciencia prístina surgida naturalmente, que nunca ha conocido la dualidad,
¿de qué sirve la concentración que se fija en un objeto?
Todo lo que surge está vacío en sí mismo y por sí mismo, desnudo y fresco,
como el flujo constante de un río, más allá del compromiso y el desentendimiento.
Esta es la intención soberana de la presencia espontánea.
Al reconocer la estabilidad meditativa natural de la base,
se permanece inseparablemente en el gran estado de no-meditación lúcida.
Sin sesiones ni pausas, esto es la Gran Perfección.
Como la mente no tiene nada que hacer en la pureza primordial, donde los fenómenos cesan,
hay una apertura ininterrumpida, una vasta experiencia de dicha eufórica,
y todo es perfectamente uniforme, como un cielo amplio y vasto.
En el estado donde los fenómenos cesan, también cesa el intelecto. ¡Qué delicia!
Todas los fenómenos externos son como ilusiones mágicas, como sueños,
como el reflejo de la luna en el agua, espejismos, o ciudades en las nubes,
claramente aparentes pero irreales, las formas mismas del vacío.
¡Qué felicidad contemplarlas hoy mismo!
La conciencia interna, vacía y luminosa, es el dharmakāya,
sin obstáculos y omnipresente como el espacio.
Las agitaciones insustanciales se disuelven naturalmente sin dejar rastro.
¡Qué maravilla es este cese natural de los fenómenos,
donde la aceptación y el rechazo se liberan por sí mismos!
Al ver el estado natural no hay base ni raíz inherente concretas.
Al ver la naturaleza de la realidad no hay ni una pizca de meditación.
En la ausencia de timidez no hay una conducta apropiada fija.
En la ausencia de esperanza y miedo no hay fruto que alcanzar.
Si comprendes esto, eres un yogui experto.
Que, por esta virtud, todos los seres sean liberados.
Este texto titulado "La esencia de lo profundo" fue compuesto por el yogui del vehículo supremo, Natsok Rangdrol[1], en las laderas de Gangri Thökar. ¡Que sea virtuoso! ¡Virtuoso! ¡Virtuoso!
| Traducido por Adam Pearcey con el generoso apoyo de la Fundación Tsadra, 2023. Traducido al español por Sara Rojo con el generoso apoyo de Lotsawa House, 2024.
Bibliografía
Edición tibetana
klong chen rab 'byams. «zab mo bcud bsdus» En snying thig ya bzhi. 13 vols. Delhi: Sherab Gyaltsen Lama, 1975. Vol. 12: 285-288 (1,5 folios)
Versión: 1.0-20241001
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Este es uno de los muchos nombres de Longchen Rabjam. ↩